dimecres, 18 de març del 2009

7-SOLEDAD

Las manecillas del reloj se mueven, para mi cada vez más lentamente.
Los segundos duelen con cada latido de mi corazón y mi cabeza no deja de atormentarme.

Mi juicio se va perdiendo en cada palabra que sale de mis labios. Mi planeta sólo girará entorno a ti, como lo ha hecho siempre.
Los meses, son solo parte de un triste juego, que sigue y sigue, sin parar. Ya no puedo levantar la cabeza, me he quedado encerrada en una trampa, de la cual nunca podré escapar.

Aún, dentro de mi cabeza, resuenan tus últimas palabras, las que fueron mi perdición para todo lo que me queda de vida.
Siento las caricias, el aroma del perfume que siempre llevas…

No puedo y no quiero salir de mi cuento de hadas, solo quiero ser quedarme así.

Las palabras “Ya no te quiero, espero que alguien te haga muy feliz”, suenan dentro de mi cabeza, día y noche.
No puedo soportar el vacío que me quema y duele como nunca me ha dolido nada.

La gente se aleja cada vez más de mí, me deja para seguir con sus rutinas. No puedo ser como todas ellas, ser que nunca lo fui, ni lo seré; por esto me querías tanto. Siempre supiste, que mi cabeza daba vueltas y volteretas por tonterías, pero nunca me dejaste.

No siento nada más que mis propias lágrimas al caer por unas mejillas húmedas.
Mi felicidad, se ha ido.

Solo me queda recordar, esos ojos grandes e impenetrables que me hipnotizaban con cada mirada.

Todavía siento tus labios encima de los míos; el calor de tú cuerpo pegado al mío y los susurros en mi oreja.

Las tardes que pasamos juntos, al lado del grande océano. Las puestas de sol que miramos,sentados en la arena, juntos; sin separarnos ni un minuto, pensando en la felicidad completa.

Las huellas que dejaste en el transcurso de mi vida, son imborrables; siempre estarán ahí.
Las sonrisas que dejaste, y los consuelos dados, cuando me pasaba algo malo.
Todas las peleas que hiciste por mí, y los malos ratos que sufriste, me hacen pensar que aún me quieres, que hay alguna esperanza para mí.

El estruendo de miles de “adiós”, resuenan dentro de mi mente, como trompetas, que nunca cesan.

La única cosa que me queda es esperarte en este rincón, como basura que parea nada sirve.

Las manecillas del reloj aún no se han parado; espero que aguanten hasta que nos vean juntos; otra vez.